¿Sabías que nuestro cuerpo no está diseñado para almacenar odio, rabia o rencor?
Estas emociones, cuando se sostienen en el tiempo, actúan como un veneno lento que afecta no solo nuestra salud emocional, sino también nuestro cuerpo físico. Diversos estudios han demostrado que el estrés emocional crónico puede debilitar el sistema inmunológico, alterar el sueño, afectar la digestión y contribuir al desarrollo de enfermedades como la hipertensión, problemas cardiovasculares y dolores crónicos.
El cuerpo humano está hecho para procesar, no para acumular. Así como eliminamos lo que ya no nos sirve a nivel físico, también necesitamos liberar lo que nos daña en lo emocional.
¿Y cómo lo hacemos?
Una de las herramientas más poderosas y sanadoras es el perdón.
Perdonar no significa justificar lo que nos hicieron ni negar el dolor vivido. Significa elegir no cargar más con una energía que no nos pertenece. Es un acto de amor propio. Es abrir una puerta hacia la paz interior y permitir que nuestro cuerpo, mente y alma respiren livianos otra vez.
Cuando perdonamos, soltamos el peso. Y al soltar, damos espacio a la salud, a la alegría y a una nueva manera de vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario